ENTREVISTA

Mila Pacheco



    Mila Pacheco es abogada pero su dulzura y convencimiento la aleja mucho de la imagen estereotipada que la sociedad  tiene de su gremio. Adora su trabajo porque le resulta muy creativo y, como especialista en asuntos sociales, dice que es su manera “de contribuir a la sociedad”

-Es usted la abogada de los servicios sociales del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, también tiene su despacho profesional y está adscrita al turno de oficio, ¿qué es lo que le gusta tanto de su profesión que la tiene enamorada?

“En realidad, estudiar Derecho no era mi primera opción, lo empecé para luego hacer Periodismo que en esa época solo estaba en Tenerife el segundo ciclo. La carrera de derecho me parecía muy aburrida y repetitiva pero, curiosamente, me ofrecieron trabajar en un despacho cuando terminé y ahí me cambió totalmente la visión de la profesión que tenía: me fascinó porque cada caso es muy particular”.

-Es una profesión donde la imaginación y la creatividad tienen mucho que decir aunque no lo parezca…

“Sí, muchas veces el quid de la cuestión está en la prueba. Hay ocasiones en las que no se te ocurre cómo defender algo hasta que te viene la idea en la ducha o preparando la comida. Ningún caso, sea del tipo que sea, es igual que otro. Lo que me hizo decidirme a dedicarme por completo a esto es que la gente te llega con un problema y tienes que buscar la manera de solucionarlo: buscas jurisprudencia, la prueba… es como un puzle en el que vas colocando las piezas. Realmente es muy entretenido e interesante porque, especialmente en asuntos sociales, ves a la persona que llega sufriendo y también la puedes ayudar”.

“La nueva ley permite recurrir la ejecución de desahucios de viviendas si se demuestra que hay cláusulas abusivas, pero caduca el 16 de junio. Apenas hay tiempo”

-Desde fuera el derecho se puede ver como descorazonado y deshumanizado, ¿Es esto así?

“No, no es como la selva que se puede ver desde fuera. Lo que sí creo es que es muy formalista y eso puede alejar un poco a la gente”.

-¿Debería ser menos estricto?

“Creo que hay que mantener un respeto ante el juez y en las normas para el procedimiento. Lo que sí debería cambiarse es el vocabulario que se usa pues la gente no lo entiende y ya solo con la llegada de una carta del juzgado se creen que les van a quitar la casa”.

-¿Cree que hay poca cultura jurídica?

“No, somos nosotros los que deberíamos acercar más el vocabulario utilizando palabras más comunes. Es muy negativo que salga una persona de la sala sin que sepa qué ha pasado realmente dentro. La gente con estos asuntos se bloquea muchísimo y con esta lejanía se termina bloqueando más”.

-Con el tiempo se ha ido especializando en asuntos sociales. ¿Son tiempos dramáticos?

“Sí, ahora más que nunca llegan muchos temas de ejecución de hipoteca y, además, como colaboro con el área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz pues vivo de cerca mucha de esta problemática. Me gusta que mi profesión sirva a los demás cuando ahora todo lo que nos rodea es tan caótico e incierto. Si podemos ayudar con conocimientos, creo que es una obligación de cada uno hacerlo. Al Ayuntamiento nos llegan desde impagos de pensiones -porque uno de los progenitores no puede pagar- hasta problemas con las minusvalías o discapacidades. Además, de muchas órdenes de desahucios”.

-Sin embargo, dice el Gobierno que la gente que no puede pagar su hipoteca es un porcentaje insignificante…

“En absoluto es un porcentaje pequeño. Antes en el turno de oficio no llegaban casos de estos y ahora sí. Hemos pasado de un mundo en el que trabajaba la pareja y ahoralos dos están en paro y no pueden hacer frente a sus pagos y hasta a casos como el de una persona que no se puede ni divorciar pese a que la convivencia es horrible ya que no tiene dinero para irse de casa. Llegan muchos casos así…”.

-Comprende, entonces, los escraches o movimientos como el llamado STOP desahucios…

“El pago de las tasas judiciales está haciendo que muchas personas no acudan a la Justicia a hacer valer sus derechos y esto genera más desigualdad”

“Es evidente que hay una demanda social. Dentro de un respeto, manifestarse y exigir tus derechos forman parte de los derechos fundamentales. El político debe acercarse a lo que le pasa al ciudadano y, a veces, el que está más arriba no se entera. En el caso de las hipotecas, los problemas van por el ascensor y las soluciones por la escalera. Eso sí, el legislador va dando pasos. Por ejemplo, con la Ley de medidas para reforzar la protección de los deudores hipotecarios introduce extremos muy interesantes como la suspensión inmediata y por un plazo de dos años de los deshaucios de las familias con supuestos de vulnerabilidad. Lo más importante es que se determina la posibilidad de oponerse al mismo por las cláusulas abusivas. El problema está en que tienen solo un mes para poder oponerse a la tramitación del desahucio y el plazo acaba el 16 de junio, lo que puede suponer que se provoquen indefensiones”.

-Pero esto es muy grave… No todo el mundo lee el BOE…

“Claro e incluso nosotros como profesionales apenas tenemos tiempo para preparar las causas porque entre que la persona se entera y el abogado revisa su caso se va prácticamente el mes. Es de locos”.

-¿Da la impresión de que no quisieron resolver el problema?

“Me quedé con un sensación muy extraña tras esta ley, necesitamos más tiempo… pero al menos se van dando pasos y se reconoce ya formalmente la existencia de cláusulas abusivas como ya lo hiciera la Unión Europea”.

-Es fácil imaginar que lo bonito de su trabajo es cuando resuelve un caso de alguien así que parece desesperado…

“Hay personas que llegan a enfermar físicamente porque le van a quitar su casa. Solo con que la persona se siente en el despacho y le expliques que solo es el inicio de un procedimiento y que este se puede parar, ya el cliente empieza a ver que tiene opciones y eso le da tranquilidad. Es entonces cuando para de llorar y empiezan a desbloquearse”.

-Todo esto tiene mucho que ver con la desigualdad social, ¿no cree?

“Está claro que el banco tenía la batuta y estaba en una sensación de superioridad y la gente se dejaba llevar y firmaba. Lo de las tasas judiciales también genera más desigualdad, se está paralizando la posibilidad de acudir a la Justicia a reclamar lo suyo. Se ha conseguido que menos gente acuda a los tribunales y que la persona no pueda hacer valer sus derechos”.

-¿No se lleva los problemas a casa?

“Es complicado. Las mujeres quizá empatizamos más con la gente y tienes que intentar mantener siempre un límite y un punto de equilibrio, porque si me posiciono demasiado, mi mente no funciona”.